Desde el momento de nacer
empezamos a morir… la muerte es algo que nos acompaña durante toda la vida pero
que apenas lo logramos ver… como un velo en los ojos que nos deja ver más allá
sin saber que lo llevamos encima. Cada día que pasa morimos un poco más… las
fuerzas nos abandonan, la vida se nos va. Y aun que vivimos la mayor parte de
la vida sin ni siquiera pensar en ella, ella jamás se olvida de nosotros.
Creemos que jamás vamos a morir, que jamás llegará el día en el que abandonemos
esta coraza de carne, abandonando todo lo que hemos dejado en esta vida.
Ojala nuestro último pensamiento
antes de partir de esta tierra no sea el resentimiento de haber desperdiciado
todo nuestro preciado tiempo en odios y amarguras… o con el amargo sabor de
haber desperdiciado los minutos en este mundo sin jamás haber hecho algo que
realmente valiera la pena, desperdiciando lo que se nos concedió.
El tiempo a algunos les es
arrebatado en un instante, que casi ni se percatan de que la vida a terminado,
cuantos se han ido sin haber disfrutado lo maravilloso de estar vivo, lo
maravilloso que es estar sentado frente al mar y sentir el viento sobre la piel
o como nuestro cuerpo es capaz de sentir, de emocionarnos, de hacernos reír e
incluso sentir tristeza. Cada silenciosa experiencia es un regalo que se nos da
pero que no somos capaces de apreciar su real valor y cuan afortunados somos de
poder haberlo experimentado.
El tiempo pasa y aunque creemos
que va lento, esto solo una vaga percepción de la velocidad pues este vuela y
cuando lo volvemos a ver otra vez ya se han ido algunos años y sin poderlo
creer de alguna manera pensamos “y parece que fue ayer” supongo que tengo una
conciencia más desarrollada de mi propia existencia y de que no soy eterno y de
que pronto moriré porque quizás hoy soy joven pero el tiempo no se detendrá,
los años pasaran y tarde o temprano tendré que abandonar este mundo y todo lo
que he construido en él.