Cris engel

Cris engel

jueves, 24 de julio de 2014

El angel de la oscuridad

Entre ninfas  y arlequines comencé a bailar sin pensar que cada vez que bailaba el baile se apoderaba más  y más de mí. La música sonaba ignorando  todo rastro de cordura en  un juego de máscaras que me hacía sentir que era el rey del mundo. Sin embargo por dentro me seguía sintiendo  inútil, pequeño, mis movimientos eran inconclusos  y torpes bajo la compasiva  mirada de la luna que soñaba con las voces del ayer al oír el canto de seres oscuros con sed de luz.



De pronto un estruendo se escuchó en el cielo y desde entre las nubes bajo el príncipe de las sombras. En su mano derecha sostenía una espada, mientras que en su mano izquierda sostenía una rosa.



Desde el primer instante en que sus ojos sostuvieron los míos sentí que el mundo a mí alrededor desaparecía y solo éramos él y yo.



Lentamente se acercó, lentamente y sin soltar la mirada de la mía, como cual lobo vestido de oveja se acerca a ofrecer ofrendas sabiendo que la ofrenda sería yo. Sin poder dejar de bailar embriagado por su encanto, su fuerza y su mirar nos elevamos muy alto y entre sus alas mi alma congelada parecía volver a vivir. En sus ojos podía ver el universo entero en infinita expansión. Se sentía el dueño del mundo, de todo lo que lo rodeaba, incluso de mí. 

Inmóvil por cadenas del ayer no conseguía despertar de su canto y como una polilla a la luz me acerque sin pensar, segado por su brillo y su reluciente luz. Ya casi en sus brazos intente resistirme a su embrujo, pero al intentar decir algo poso sus labios en los míos y al más mínimo contacto sentí que flotaba tan alto que llegue a pensar que mi alma había dejado mi cuerpo.



Mis sentidos se negaban a ver lo que allí pasaba y mis pensamientos sucumbían al encanto de su sonrisa, segado por su infinito canto me deje llevar entre sus brazos donde el tiempo parecía no pasar, un segundo era una eternidad y la vida desbordaba el tiempo.

 Ya muy alto abrió sus brazos y comencé a caer. Envuelto en mis pensamientos seguía sintiendo que me elevaba sin poder ver que caía a toda prisa en un mar de infinita oscuridad.