Cris engel

Cris engel

martes, 3 de noviembre de 2015

Vivir de verdad


Muchas veces me he preguntado qué significa vivir y por más que lo pienso no creo que solo sea  el hecho de levantarse  día  tras  día hasta morir.
Sin duda muchos de nosotros vivimos toda nuestra  vida sin haber vivido realmente y morimos con la sensación de no haber vivido, de haber desperdiciado toda  nuestra  vida sin haber aprovechado un solo día de la basta cantidad de años que se nos ofreció.

A veces pienso que la  vida es como un laberinto lleno de pasajes que no nos llevan a ninguna parte, pero son muy tentadores como para no seguirlos. Y así perdemos la vida siguiendo caminos sin salida y alejándonos de lo que realmente importa.

Tanto que queremos lograr, que olvidamos lo que nos hace realmente sentirnos vivos, cambiando lo que realmente  importa por lo que ilusoriamente creemos que nos hará sentir vivos.

Corremos tras el éxito y despreciamos el amor por sobre salir, por  tener una mejor posición en la vida y  cuando lo logramos alcanzar por alguna razón el éxito no llena ese vacío que llevamos tan cerca, tan palpable.

Muchas veces perdemos la vida pensando en las grandes cosas que nos harán feliz, sentirnos bien, satisfechos del camino que hemos recorrido sin darnos cuenta que lo que  realmente nos llena son los afectos de quienes nos aman por lo que somos, no por lo que tenemos, esas personas que nos conocen y saben cómo somos  y que a pasar de todo están ahí, aunque las alejemos una y  mil veces.

Pasamos la vida bailando en el borde de nuestros acantilados mentales, sosteniendo flores en nuestras manos pero sin mirarlas jamás, olvidando lo preciado que es el tiempo sin darnos cuenta que una  vez que perdamos el equilibrio caeremos en el acantilado de la muerte sin haber disfrutado un solo día de nuestras vidas.

Todos los días pensamos “hoy será el primer día de mi nueva  vida”, pero jamás pasamos del primer día, porque repetimos de manera automática el día que ya paso. Sabemos muchas veces lo que está mal y lo que hacemos mal pero lo hacemos mal una y otra vez como un ciego que choca con la misma muralla día tras día.

vivir significa abrazar cada día como si fuera el último, agradecer haber tenido la  posibilidad de conocer a cada persona en nuestra vida, porque cada una de ellas nos entregó algo y nos  hizo crecer, olvidar los rencores porque ellos solos nos pesan, saber que las personas que nos aman valen más que el oro, saber que quien te ama ve defectos y virtudes y aun así te ama, saber que la  vida es perfecta aunque tenga momentos de dolor, saber que nada es  estático, que todo se  mueve e incluso tanto lo bueno como lo malo en algún momento se irá, pero todo pasa.  Vivir significa poder iluminar a los demás con la luz que cada uno lleva en su interior aunque la oscuridad propia pueda querer atenuar nuestra propia chispa.

Vivir es sentirse satisfecho con quien eres y feliz de lo que eres porque todas las piezas de ese  rompecabezas que te  forman te hacen ser quien eres.

Vivir no significa tener lujos  y grandes cosas, vivir significa abrazar las cosas pequeñas y lo que no se puede comprar con dinero, vivir significa poder morir y sentirse satisfecho del camino recorrido.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Los celos


Creo que es una de las emociones más tortuosas y  desagradables que se pueda experimentar son los celos.

Es una sensación que  te  oprime el pecho, sientes que no puedes  respirar, casi sientes como  si el mundo se fuera a acabar. Es  una emoción que te saca de ti y tu mente comienza a pensar mil cosas, tu imaginación vuela y en un segundo se formulan mil pensamientos y situaciones. Y sin quererlo has formado el guión para una saga en tu mente.

La confianza, el compromiso y sobre  todo el amor son las  alas que mueven las  relaciones al futuro. Sin embargo los celos se producen por dos razones. La más  bella pero alocada razón es que se teme perder a esa persona especial que  se  te ha metido en el alma. Temes tanto perderla porque para ti esa persona significa el mundo, al  grado de que colapsa  tu sistema con el solo hecho de pensar en perderla.

Lo  cierto es que uno no pierde a la gente, la  gente decide libremente irse y tomar un nuevo camino. Yo creo fielmente en el amor y en el compromiso, creo que es fundamental. Sin embargo nuestras experiencias pasadas nos dejan fantasmas, miedos, escenas del pasado que crees ver en el presente, como dice el dicho “con amor nacemos, miedo es con lo que aprendemos” es tan fácil crear un miedo en las personas y cuesta años llegar a sanar.

Los celos son una locura, una mezcla de amor, inseguridad y experiencias pasadas. Solo queda aprender a vivir con nuestros miedos y no dejar que ellos nos impidan ser felices, aceptarlos, abrazarse y amarse en medio de esta balacera que es la vida.

sábado, 10 de octubre de 2015

Flujo mental


A veces siento que mi mente es como el agua del río Mapocho, fluye sin parar pero no está cristalina. Quizás hay muchas cosas en mi mente en las cuales  pensar y eso evita que el agua sea transparente.

En mi mente parece no haber calma, la ansiedad, el pasado y el futuro son equivalentes al sonido que hace el agua al chocar con algún elemento y al haber varios elementos el río de mi conciencia hace que el sonido comience a inquietar mis pensamientos desde su nacimiento.

Cuando era un niño solo quería ser feliz y eso me hacía sentir estable. Ahora que soy un adulto quiero un auto, una casa, un buen trabajo, dinero y cosas así para ser feliz. Ya no basta con solo ser feliz…
Al crecer mi mente siempre está pensando en lo que piensan las personas, que quieren para mí. He escuchado decir que para que ellos estén tranquilos yo debo tener todo lo que ahora busco. Nadie parece preguntarse lo que yo quiero y yo solo quisiera tener una vida tranquila sin que me falte nada pero no ambiciono nada más.

Aparte mientras más deseo tener cosas materiales, más frustrado, más me siento mal al no alcanzarlas. Todas esas cosas oscurecen mis pensamientos y no les permite fluir con naturalidad...
Quizás para acallar mi propia mente primero debo acallar las voces de los demás y así poder estar tranquilo. Quisiera poder ser feliz con las cosas que  tengo y poder optar siempre a estar mejor. Pero que esto no sea el fin mayor de mi vida.

Para algunos puede resultar mal visto que no quiera todo lo que la sociedad me impone día a día, pero la lucha constante por alcanzar esas cosas me roba tranquilidad.

Quisiera que mi mente pudiera relajarse y no pensar en lo que los otros piensan que me falta, dejar ir todo lo que he hecho mal y entender que si me equivoque fue para aprender lo que con sufrimiento aprendí. Quisiera que mi mente fuera como un río que fluye en silencio y armonía, llevando así en calma el flujo de cada uno de mis pensamientos para encontrar mi propio camino a seguir  y sobre todo mi  propia felicidad.


martes, 25 de agosto de 2015

Mi familia tiene algo de cada familia

En lo primero que pienso cuando pienso en mi familia es en que están todos locos, si todos, pero esta es una hermosa locura porque es mi familia. En mi familia somos muchos, somos todos bien bipolares un rato andamos muertos de la risa, al otro rato con la media cara y pobre del que nos hable por que le caen las penas del infierno.
En mi familia todos hablamos a la misma vez y realmente no hablamos, gritamos porque tenemos unos pulmones de campeonato y sabemos claramente cuando estamos enojados ya que subimos el tono de voz y cualquiera que no nos conozca diría que la discusión es importante.

En verdad al ser tantos nos cuesta organizarnos porque para hacer algo hay que compatibilizar con el horario de cada uno de mis familiares y sería más fácil traer al papa desde roma que lograr que mi familia este de acuerdo en algo.

Somos muchos, somos gritones y ponemos más peros que aportes para las cosas. Pero en el fondo somos buenas personas, complejas quizás pero buenas personas.

Aún recuerdo las celebraciones para fechas importantes cuando era chico, me mandaban a poner la mesa y era interminable ya que venía la familia, los tíos y los amigos. Tenía que buscar sillas y muchas veces improvisar algunas por que no alcanzaban para todos. Todo lo encabezaba mi  abuela que es la cabeza de la familia, pero el tiempo ha traído con sigo los años y estos no han pasado sin dejar sus huellas. Los que antes eran chicos ahora son grandes y como es la ley de la vida ya no les atrae el bullicio familiar y ahora hay más puestos vacíos que llenos. Y qué decir de los malos entendidos que nos han llevado a separarnos más. No falta el que se cree con derecho a hablar u opinar del otro o dar consejo cuando en verdad su vida da más pena. En un par de años en vez de familia vamos a parecer archipiélago unido por los recuerdos, pero lejanos entre sí. Y el día que mi abuela nos falte solo seremos personas con recuerdos en común.

Es triste ver como todo lo que alguna vez conociste ya no está y no se le puede pedir a las generaciones más jóvenes que arreglen lo que sus padres no tuvieron la fuerza para reparar.

La vida cambia y lo que importa deja de importar,  pero bueno así es la vida y hay que seguir poniéndole el hombro. Hay que agradecer que al menos tuvimos la oportunidad de haber estado juntos y que un día fuimos todos felices y descubrimos el significado de ser familia.

Quizás mi familia tiene algo de cada familia, cada familia es hermosamente alocada, pero es algo por lo que vale la pena pasar.

jueves, 20 de agosto de 2015

Como piedras sobre nuestros hombros


Primero que  todo debemos  definir que es  un error. Un error es  algo que  haces y  luego  te das  cuenta que fue una  gran estupidez  y  que  jamás  valió la  pena  ni siquiera  haberlo hecho.

Pero los  errores  son pesos que  cargamos a lo largo de nuestras  vida  sin descanso,  que nos  siguen a donde quiera que vayamos y  aunque  a veces los logremos apartar de  nuestras mentes por un  tiempo ellos  siempre encuentran la  forma de volver  a nosotros  y  atormentarnos una  vez más.

Cuantos de  nosotros  hemos querido  retroceder el  tiempo  y cambiar algo que hayamos  hecho. A veces  estos  pueden ser simplemente  una  palabra, una  elección  o  un acto. Pero  luego de que las cosas están hechas  es tan difícil retirarlas y  sobre  todo cambiarlas.

Los  errores son difíciles de perdonar y  muchas  veces  son hasta  difíciles de  contar,  de encontrar el perdón de los  otros y sobre  todo de  nosotros  mismos. Porque la principal razón por la  cual  los errores nos siguen es simplemente que no los logramos superar. No nos  perdonamos  a nosotros mismos y lo que viene cuando al  fin logramos  compartir  el peso es la  crítica, el  enjuiciamiento, las preguntas  y las decepciones. 

Todo el mundo cree que  tiene el derecho   a hablar de  ti  y  de criticarte. Jamás se  detienen a  preguntar si estás  bien o  cómo te  sientes,   y si  antes  teníamos amigos, familia o pareja   ahora  solo  tenemos   jueces. Personas  que nos  critican  y nos dan su punto de  vista juzgándonos  y  diciéndonos donde  nos equivocamos como  si eso  no lo  hubiésemos comprendido ya .

Creo que los  errores pesan como verdaderas  rocas  invisibles, pero las más  pesadas son las que jamás podrás remediar, errores que por  culpa de la rabia o  a veces del momento jamás  llegarás a pedir perdón o te  perdonarás a ti mismo.

Errores que  cargaras  día tras  día, sin saber que podría  haber  sido si las  decisiones  hubieran sido  otras. pero esas decisiones  nos  han  moldeado y  a través  del sufrimiento que nos  han causado,  nos   han  llevado a  ser  quienes  somos hoy.

Hay  tantas  cosas que me gustaría  cambiar. Errores chicos, medianos   y  grandes pero que conllevaron a llegar  a este  punto y nos dicen quienes somos

A veces duele más  mirar al pasado que al  futuro, el futuro  solo  nos  entrega la posibilidad de  hacer las  cosas  de mejor forma,  aunque al mismo  tiempo nos alerta de que  podríamos pasar por todo ese dolor otra  vez  y  seguir  cargando más piedras sobre nuestros hombros.

Con el tiempo comprenderemos que somos maestros de  nuestras  propias  vidas y  que perdonar a veces  puede  ser difícil, pero perdonarnos a nosotros  mismos   puede ser aún mucho peor.

Se me aprieta  el pecho al pensar en todo lo que no quisiera  recordar,  todo lo que  he hecho mal  y  que no puedo  remediar, todo lo que llevo que no puedo dejar atrás y que aun que logre  huir de quienes  me enjuician,  mi mayor  juez lo llevo siempre conmigo, ya que el más  severo de todos  al final siempre  soy yo.