Cris engel

Cris engel

jueves, 21 de mayo de 2020

Hoy

Hoy me recosté un momento en mi cama y pensé, si en este instante y solo en este preciso instante muero creo que me iría tranquilo, por un momento nada me sostenía, ni los apegos, ni los problemas, ni las cosas que aún no he logrado hacer y como si todo se desvaneciera me sentí en paz y sin miedo, como si me fuera mientras me voy quedando dormido hasta no ser consiente de nada.

Si puedo ser honesto, la verdad es que he tenido una buena vida, pase la mayor parte de mi vida pensando en mi familia y en las personas que me importan y aunque eso no me dejó divisas que contar, a mis 33 años me regalo muchos recuerdos y experiencias que de alguna manera hoy me hacen sentir que invertí bien mi tiempo. No es que no quiera tener cosas materiales porque Dios sabe que si, pero al final esas cosas las quiero para que la gente que me rodea no piense que no logré nada.

Las personas cuantifican el éxito en cuantas cosas materiales uno tiene. Si me encantaría tener una casa propia para no tener que vivir debajo de un puente cuando sea mayor, ya que eso me asusta mucho. La vida ha sido buena conmigo me ha dado tanto y me mantuvo flotando de una u otra manera.

Luego pensé que si me muero quiero que gente este triste y si les duele es porque ese dolor equivale a la belleza del amor que logramos dejar en el corazón del otro. Sé que el tiempo ayudará a que sanen y de repente seré un recuerdo, eso que les oprime el corazón pero al mismo tiempo les da alegría por lo que pudimos vivir y eso está bien, así el luto se irá y solo quedarán los buenos recuerdos. No tengo miedo de morir, tengo miedo a los estragos que eso provoca, no quiero morir aún porque me gusta quién soy y aún quiero más de esta existencia.

He tenido una buena vida y he logrado tocar los distintos escenarios de ella y abrazar lo que me ha dado, he aprendido y aún continuo aprendiendo, estoy feliz y muy agradecido por cada persona que me encontré en el camino y sin duda espero poder coincidir con sus esencias que tanto le han dado a mí alma en la siguiente vida.

Agradezco los padres que tengo, mi abuela que tanto me enseñó y me dio, a mis hermanos, a mis tías, a mis primos y sobrinos. De cada uno pude aprender algo y me llevo lo mejor, amigos a quienes amé y la familia que forme tan rara y especial como lo he sido yo, llena de amigos, amores e hijos de cuatro patas. Al final del día estoy en paz conmigo mismo, lamento si pude haber herido a alguien de alguna forma, la verdad esa jamás fue mi intención.

Pero todo me ha enseñado algo e incluso mi lado no tan lindo me ha hecho ser mejor. Al final todos han sido mis maestros y por eso siempre estaré eternamente agradecido.

1 comentario:

  1. Se muere como se vive. Si viviste a plentud y con esperanza. Tu muerte tendrá sentido. Porque el que espera en vida, cuando muere... muere viviendo lo que cree. Cada experiencia, cada dificultad, cada logro, cada momento cuenta, como parte del sentido que le das a tu vida. Cuando se vive auténticamente, morir es solo parte del poema. Cuando se vive sin sentido, la muerte es un tormento que llena de pavor y no aceptación. La muerte además es la Hermana con la cual nos encontraremos un día inevitablemente. Porque solo muriendo se vive para siempre.
    La muerte nos recuerda que nuestra vida es como un hierba. Que se se renueva y crece por la mañana. Y por la tarde la cortan y se seca. Así, al atardecer de la vida nos evaluarán en el amor. Que el amor se la norma. Que el amor sea el limite de nuestra existencia. El amor es libertad pura. Vivamos con sentido y esperanza llenando cada momento aunque sea monótono, de mucha alegría. Y cuando la dulce muerte nos salga al encuentro la abracemos como aceptación de la vida vivida a plenitud. Pará morir hay que prepararse. ¿Cómo? Viviendo a plenitud. Actuando a conciencia. No por deber, sino por elección y convicción. Vive vive. Como si mañana fueras a morir. ¿Y si mañana mientras juegas la muerte te encuentra, qué harías? Seguro que responderé: seguiría jugando. Porque no tengo Nada inconcluso porque Viví cada día como si fuera el último. Porque mi esperanza reside en lo que creo. No en las cosas. Vive, vive como si ya no hubiese un mañana.

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