Cris engel

Cris engel

jueves, 21 de mayo de 2020

Maestría



A veces me miro y se me noto tan parecido a la gente que me crió, no puedo dejar de ver a mi madre, a mi abuela, a mis tías y a mi padre en cada acto que hago o cada palabra que digo, debe ser difícil estar conmigo porque a veces soy un poquito perfecto para todo, que debe ser agobiante vivir conmigo. ¿Pero cómo evitar ser quién soy? Si ellos me criaron a su imagen y semejanza y no necesitaron decírmelo, ellos me lo mostraron y ahora en mi vida cotidiana soy un reflejo, con mi propia esencia pero con sus matices y colores.

Creo que si yo hubiera sido mujer seria la mujer perfecta porque se cómo llevar la casa y se cómo preocuparme de cada cosa, soy maniático de la limpieza y todo se debe hacer con gran maestría que me enferma cuando algo no se hace bien o es desprolijo, pero al mismo tiempo debe ser difícil lidiar con todo eso.

Día a día me asombra tanto el verlos venir a la vida a través de mí, sus palabras son articuladas desde mis labios, sus proverbios, la forma de entender, de comunicarme e incluso amar a otros. Estoy impregnado de sus memorias y consejos. Quisiera decir que solo lo bueno se arraigó en mí, tan profundo como para jamás ser erradicado pero la verdad es que sus miedos y parálisis también están aquí y salen a jugar conmigo de vez en cuando.

De lo malo, intento ser consciente de ello, es la bestia en mi ADN, lo que no me permite ser la mejor versión de mí mismo. Aún estoy en camino a domar a la bestia que duerme en las iniciales de un legado.

Pero en mi suma y resta está el hecho de que de alguna íntima manera ellos viven en mí, ya sea a través de sus palabras, sus dichos y sus actos. Los cuales me hacen crecer día a día y me ayudan a buscar la mejor versión de mismo.

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