Mi mente estaba distante, aunque
mi cuerpo estaba presente anclado por el sonido de la música. Sin anuncio
apareciste y sin más me pediste leer tu mano, no titubeé y tome tu mano, pero
en el instante en que la sostuve mi corazón se aceleró y en tus manos vi mi
vida como si fuera un reflejo de la tuya. En tus manos mi pulso se aceleró, no
comprendí esa sensación que me embargo, pero parecía como si mis manos hubieran
esperado por mucho sostener las tuyas.
Tus manos mostraban el duro paso
de la vida, pero aun detrás de todo eso yo sentía el calor de la vida
fluyendo hacia mí. Como una burla del destino tu mano había sido destinada a
encontrar la mía, aunque fuera por un momento y luego debiera dejarla ir.
Intente mantener mi distancia,
pero tus ojos no me dieron tregua, un extraño nerviosismo me recorrió al
sostener la tuya, intente escapar tan lejos del mar de tu mirada, pero caí en
tus labios, tu boca delicada como virtud inmaculada se opuso a mi fuga. Nunca
me había sentido nervioso al leer los caminos de alguien, pero en los tuyos me
perdí por un momento.
Me sonreíste en busca de respuestas,
pero mi mente estaba en jaque y por un momento tomé valor y decidí ir por ellas.
Haciendo mi mejor esfuerzo pregunte tu nombre y como si el destino se riera en
mi cara escuche tu nombre y mi destino se selló.
Al sentir que mi juicio se
nublaba intente huir, pero tu sonrisa me fue atrapando y mi peor miedo no fue
que tu sonrisa me atrapara, si no que deseaba dejarme arrastrar por ella. Mi
mente dijo “corre” una vez más, pero mi corazón dijo “no hay donde correr” y
parecía que podías leer como me perdía en los cristales de tus ojos mientras tu
sonrisa no me daba tregua para escapar.
Sabía que debía correr, pero mi
cuerpo no se movía y tras cada segundo me perdía más y más en la eternidad
de tu sonrisa y aun que intente fieramente mantener mi distancia el destino
jugo sus cartas y en un baile nuestras manos se encontraron otra vez y aun que
mis labios fueron lo suficientemente fuertes para resistir robaste mi corazón
sin tregua.
Aunque no puedo dejar que sepas
mi verdad y mis labios deseen los tuyos, debo ser fuerte y no dejar que veas lo que dejaste en mí, al
robar mi corazón.
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