Cris engel

Cris engel

martes, 20 de diciembre de 2016

Corazón estéril

Creo que aún puedo recordar el sonido de mi corazón cuando esté latía, recuerdo que era cálido y de fuerte bombeo. Quizás a veces era un poco ingenuo y se dejaba llevar por aquellos sueños que llenaban las horas del día, pero como no serlo si la vida es aquello que soñamos, aquello que anhelamos. Sin embargo, un día de pronto el mundo se llenó de espinas y se oscureció rodeando todo de una oscuridad tan negra que el alma más oscura parecía tener un resplandor, esta amenazó su cálido latido, inocente intento ponerse de pie ante la enorme oscuridad que lo rodeaba e intento brillar tanto como pudo, pero en su intento falló.

Los ojos de la noche lo miraron con dureza y ni el calor de las palabras pudo prever lo que luego vendría. Sin piedad ni remordimiento la oscuridad le arranco el corazón, lo exprimió con fuerza y lo lanzó al suelo. El ataque fue letal y destructivo, certero y preciso como si fuera sido planeado con la más brutal delicadeza. Ya en el suelo la oscuridad tomó cada fibra de su ser. Al ver la oscuridad el desastre que causó lloró al saber que sus manos estarían manchadas con la delicada sangre de un corazón ingenuo.

Aún vivo, tirado en el suelo el corazón intento calmar a la oscuridad y le regaló su último aliento. La oscuridad no entendía por qué aun en ese estado, el corazón lastimado y ya moribundo intentaba ayudarlo, luego del daño de muerte que le había causado a lo que  él respondió con voz tenue “lo que una vez fue amado por siempre será amado y no puedo ver lastimado lo que alguna vez amé”. La oscuridad no entendía tal pensar.

Ya no recuerdo a que sabe la vida, la vida me fue arrancada sin piedad y todo lo que quedó fue un corazón estéril, abrumado por el miedo, el dolor y el sufrimiento, sin vida, arrojado a las fieras de la noche, donde en la mejor de sus noches el recuerdo de lo que solía hacerlo feliz viene a él.

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